domingo, 21 de agosto de 2011

El trono de Balquis

"Marcharemos contra ellos
con fuerzas a las que no podrán poner resistencia.
Terminarán sus días en el exilio,
empequeñecidos y humillados"
(Qurân 27, 36. Las hormigas)


"Bienaventurados los tuyos,
dichosos aquellos siervos que estando a tu lado
remansan su corazón con tanta sabiduría."
(1 Reyes 10, 8)


"Huye, amado mío,
cual gacela o tierno cervatillo,
por los montes de las balsameras!"
(Ha Shir Ha Shirim 8, 14)





La abundancia que rezuma durante la unión amorosa tiene su asiento en el más puro desapego. En la entrega mutua a la que se abandonan los amantes, lo distinto y aparentemente separado se muestra al fin Uno, en una suerte de prodigioso mandala alquímico capaz de reunir lo que no se concebía sino opuesto. Quién conoce este hecho lo hace desde la apertura a lo Real, luego no se confunde. Aquel que está despierto a lo Eterno, reconoce y sortea las vejatorias mañas del poder efímero y se somete de motu propio a los vertiginosos vaivenes del Siglo sin ofrecer demasiada resistencia, imperturbable aquel Corazón que reconoce cierta Su guía.

No vemos sino aquello que a cada momento, llevados por su voluntad, imaginamos. Tan arrolladora es la dinámica creadora que, para quién vibra acompasado a su latido y en el más absoluto Silencio, sólo es permanente en ella el cambio incesante que prevalece en el instante a cada instante.

La danza de Kali sigue imparable su curso. Los verdaderos fines que hicieron a Roma adoptar antaño el disfraz de Santa Inquisición y, en la actualidad, el de Autoridades Educativas y Sanitarias laicas, buscaban apartar (ellos dicen liberar) a las mujeres del trono que les había sido impuesto, desplazarlas de manera definitiva de funciones cruciales para la supervivencia, autonomía e inmunidad de los suyos: la alquimia de la gestación, el sacerdocio nutricional y la educación liberadora. Prueba de ello es que nombres como los de Hipatia de Alejandría o Hildegarda von Bingen han sido torticeramente manipulados o, peor áun, relegados al ostracismo más sórdido y al olvido.





Aquellos que siempre han financiado a los oscuros mercenarios a la causa, sabían de sobra que ellas eran la clave de bóveda para poder desmantelar el obstinado vínculo con lo Eterno, el único antídoto con capacidad real para hacer frente a los perversos designios de un feroz Patriarcado, al que -prentendiendo hacerle frente- ahora tan dócilmente reproducen, hacen el juego y sirven.

Sacerdotisas por naturaleza que, con el correr de los siglos y el persuasivo acicate de tormentos y hogueras, han renunciado a estar a cargo del fuego sagrado del hogar -ahora se dice "estar en casa y con la pata quebrada" a cambio de estar a merced -eso sí, ya plenamente liberadas del yugo masculino- de la cosmética inteligente y ageless y/o en las hábiles mános del cirujano estético de turno, con tal de lucir unas curvas envidiables o presumir de sus renovados y adolescentes genitales en sociedad, tratando de burlar el inexorable paso del tiempo a golpe de encima Q10 y botox.

Haciendo un uso magistral de la exitosa táctica mafiosa de crear primero el problema y después cobrar por la solución, la Cruz, verdadero Gran Hermano de nuestros convulsos días -asistido, eso sí, por los Goldstein ad hoc en todas sus fieles, discretas y diversas ramificaciones, incluidas of course las radicales "anti sistema" tan de moda últimamente- ha conseguido garantizar -de una vez por todas- la sumisión y rendición poblacionales a escala católica, esto es, universal o de manera globalizada, como se lleva decir ahora, a fuerza  de sembrar en nuestros genes el silencioso talén de Aquiles de la inmunodeficiencia. La escasez de alimentos y agua, harán todo lo demás. Objetivo cumplido.






Y todo ello sin armar prácticamente ningún alboroto, sin levantar más sospechas que las necesarias, sin hacer casi ruido, según la agenda prevista y dentro de las maquiavélicas macro campañas de desinformación brutal de masas -tanto las borreguiles y abotargadas como las minoritarias, tan indignadas ellas y alternativas- y alimentando la confusión conspiranoica de manera constante. Es un hecho. Crear ruido para llamar la atención y desviarla de allí dónde sería peligroso para sus intereses. Acostumbrar al ser humano a la "necesaria dependencia del progreso" para alejarlo de la tierra y la supervivencia autónoma, marchamo de verdadera Nobleza.

Las últimas carnicerías previamente programadas (a las que habría que sumar un sin fin de conflictos, crisis económicas y financieras, epidemias reales o preventivas, catástrofes "naturales" y "nucleares", la guerra y guerras permanentes y la también permanente indignación popular) y así servidas, están resultando ahora muy especialmente (¿e ntencionadamente?) escandalosas a la par que artificialmente ruidosas: efímeras portadas del día, cabecera fugaz de sumario noticiado, mero tópico de sala de espera o de ascensor. Menos mal que tenemos la suerte de disfrutarlas, con todo lujo de pormenores y detalles (estamos en el siglo de la libertad de desinformación) desde la comodidad del salón de casa. Además, el horror siempre resulta mucho más llevadero, cuando son "otros", extrajeros, a los que ves matar y morir, desde el confortable solaz de tu actual útero-sofá. Somos tan afortunados... ¡Esto es calidad de vida!

Descorramos sin miedo el telón. El mago de Oz ya no siente la necesidad de permanecer oculto por más tiempo. ¿Quién puede sobrellevar tantos milenios de anonimato? ¿De qué te sirve ser el amo del mundo si no se entera nadie? No parece muy extravagante pensar que ese 2% de familias que desde hace más de 6000 años "saben de que va la cosa" y que ocupan por designio sanguíneo la posición predominante que les permite disponer a su antojo (por encima de estados, tratados y leyes) del 98% de la riqueza y los conocimientos realmente interesantes, no van a estar demasiado inclinados a que tanto poder se les vaya de las manos. ¿Por qué resumir una cuestión tan compleja bajo la escueta etiqueta de la avaricia? Se trata de algo más... sutil.






La gente está inquieta. Se nota en el ambiente. De alguna forma no racional, saben que algo malo les espera a la vuelta de la esquina, pero no tienen idea de qué clase de monstruo se les avecina, aunque presientes que no va a tratarse de nada bueno. Aquellos, más avezados, que no se dejan sobrecoger por el miedo, se construyen en los ratos libres y aprovechando la abundancia de albañiles tras el colapso del boom inmobiliario, una especie de "bunker familiar" y se aprovisionan de abundante agua y conservas, por si sirve de algo eso de poner el culo a salvo, cuando pase la cosa. Sabia la maldición china que proclama: "¡Ojalá que vivas tiempos interesantes!".

En el 2012 no va a pasar nada. Será antes, o después, o nunca. Ellos deciden (¡y sólo ellos!) cuando tendrá lugar el cumplimiento de la profecía autocumplidora. Nostradamus ¡estaba a sueldo!, como lo están ahora los extraterrestres ¡y -cómo no- los Mayas! Las 33 familias que controlan los 427 linajes que cortan el bacalao, sonríen divertidos el "juego de abalorios", y sin hacer trampas, la ventaja de participar diseñando las reglas desde el origen de los tiempos y teniéndolo todo (aún hoy) tan bien amañado. Como ellos, el río desciende su curso -a veces lento, a veces rápido- siempre sin lucha. Tan sólo fluye. Fluye. Como ha hecho siempre.

Esclavos felices, corderos amedrentados, dóciles consumidores, que se sierten orgullosos de disponer de mil y una maneras -legales e ilegales- de doparse y poder soportar la verdadera habitación 101 de la que nos habló Orwell, el abismo aterrador e insoportable del alejamiento de Dios: no hay sucedáneos que valgan. Parece que el Sacro Imperio -una vez más- ha triunfado sobre el Orbe... Sus arcas -de nueva alianza- rebosan a salvo, esparcidas en los recónditos paraisos -en este caso- fiscales. Estamos hablando de haber logrado la materialización de la "tierra prometida"... Aunque, por desgracia, nadie quiere soportar el lastre de 6.500 millones de gentiles. Con unos 500, paisano arriba, paisano abajo, ya tenemos bastante.



"Abre tu mente..." (¡déjanos entrar!). Los compases de la negra coreografía sincopada ya están servidos, aderezados a golpe de tiro de farlopa o lo que buenamente se tercie (trafique) que, para el caso, el curioso ajedrezado que componen el mercado negro y la blanca botica y los cuantiosos márgenes generados... dá lo mismo:

"¡Dale a tu cuerpo alegría, Macarena..., que tu cuerpo es pa'darle alegría y cosas buensas..." "Aserejé, ah, dejé..." "Zumba, zumba, zumba... ¡No pares! ¡Sigue! ¡Sigue!"...

Total, son cuadro días. "¿Pa'qué vas a comerte el limón": Mantener una buena dosis de delirio colectivo, alimentar como sea un grado de excitación constante, regulado con ansiolíticos y antidepresivos, fomentar la búsqueda y disfrute de sensaciones y experiencias nuevas, intensificar y saturar -hasta su total extenuación- nuestros cinco sentidos, alimentar el vértigo, la angustia, el pánico, el delirio y la paranoia sin descanso. Y así, un día tras otro. Un día tras otro... Correr hacia ninguna parte: Ser o no ser.

La Atlántida se hunde de nuevo. Mejor dicho, la hunden. Y no nos referimos a ninguna clase de terremotos. La crucial pregunta del príncipe Macbeth, aunque ligera y perversamente tuneada por nuestra parte, aún sigue siendo plenamente vigente: Ser (de los malos) o no-ser. Almas de saldo, ¡esa es ahora la cuestión! Los que queden -y tengan qué comer y beber- escribirán (inventarán) de nuevo la "Historia Universal de la Infamia".


"Bajo las hermosas y extendidas ramas del nogal,
-mi querida Julia-
tú me vendiste
y yo te vendí."

También para nosotros ha de resultar válida aquella máxima de "vigila y persevera". Si los del Santo Monte y sus industrias adláteres, especializadas tanto en arrasar selvas y cultivos con herbicidas o "espuma naranja" como en castrar y patentar semillas que antes eran patrimonio de la humanidad, no lo remedian, -y ¡vive Dios! que están en ello, concentrando árduos esfuerzos y recursos-, aún hay esperanza: los granos y cereales integrales.

Por más que estos perversos magos del lenguaje quieran convencernos de que "transgénico" y "macrobiótico" son términos afines; por más que dañen el prestigio y la credibilidad de los que aún se atreven a reivindicar los pequeños cultivos autóctonos como el único remedio sostenible al hambre (fomentado) en el mundo; por más que la mayor parte de la población civilizada hayamos perdido los conocimientos que mantenían al ser humano ligado a su medio de supervivencia, la tierra, siempre nos quedará la rebeldía de comer sano e incluir cereales, frutas y verduras ecológicas en nuestra dieta. Recuerda apoyar el consumo de estos productos y comerlos siempre que puedas: en la memoria de la semilla está el árbol (y el bosque, y todos sus ecosistemas reunidos, y la vibración cósmica del Universo entero, si me apuras). Come sano y medita (esto es, recuerda por fuera y por dentro). Todo lo demás (el Reino, la tierra de los Bienaventurados, el verdadero regreso a Casa... y Su Justicia) te será dado por añadidura...

Date prisa y ¡detente!

Mi querido Winston, ¿Qué mas te puedo decir? Creo que ya he hablado -hace tiempo que vengo haciéndolo- demasiado. Anímate. La guerra -inevitable- no está del todo perdida. A Dios gracias, los diferentes niveles de la Creación se yuxtaponen en la mirada, no permitiendo nunca ver a Aquel que permanece en el Secreto, fuente misteriosa e incognoscible. A cada instante, la inagotable dinámica del Universo nos revela mundos y planos que parece que pugnan aún por ser descubiertos, joyas cuyo destello sólo la mirada de un corazón atento valora. Nuestro sueño es el sueño de lo Real, pero ¿dónde acaban los sueños? y ¿dónde comienza nuestro despertar?




Quizá, en el fondo seamos como aquel criminal arrepentido que, al final de los días y preocuado por su destino póstumo, inquirió a un pseudo-sabio sobre lo que debía hacer para obtener el perdón divino, y le cortó en seco la cabeza cuando aquel le respondió que para un ser de tal bajeza no había posible esperanza. La respuesta le habría de llegar, algunos días más tarde, esta vez del relato onírico de un verdadero sabio. Dicho sabio le contó que, meditando sobre la pregunta que no dejaba dormir a aquel criminal, él había tenido un sueño en el que Dios le transmitía el siguiente mensaje: "Dile a mi siervo..."

Ya no hizo falta proseguir. Fue al oír estas cuatro palabras cuando aquel hombre arrepentido exclamó: ¡Deténgase, por favor, no diga ni una palabra más!". "Pero ¿no quieres conocer hasta el final el resto de mi sueño?" -preguntó curioso aquel sabio y nocturno navegante. "No, no. No es necesario. Con lo que he escuchado ya es más que suficiente. Me basta con saberme Su siervo..."




Aquel óvulo fertilizado, arcilla viva que -dócil- un buen día fue tomando forma humana en el crisol alquímico del útero materno, sin más alimento que su sangre ni más alfarero que el DNA, hoy se sabe y reconoce proyecto de ser humano y -ya que no está de su mano ni puede evitarlo- ama. El Anhelo sólo es real cuando nace -o brota- de un corazón enamorado. El amor del que hablamos, no crece y prospera sino en la Tierra de la Sinceridad. Allí donde sólo tienen rectos pensamientos, rectas palabras y -lo más importante de todo- rectos actos.

Ignorad las ofensas, como fingen hacer ellos. Obrar sin esperar por ello recompensa alguna, como simulan hacer ellos. Demostrad toda la suavidad y paciencia del mundo en vuestros modos y maneras, tal y como ellos aparentan hacerlo. Y, al no reconoceros, os mirarán perplejos y desconcertados, eso sí, siempre discretos, correctos, amables, silenciosos... los del Grado 33.

Allí donde ser es parecer, ¡mejor no-ser! Andada de buey, pisada de lobo y ¡no te indignes! -no harás más que servirles en bandeja el juego-, mejor hazte el bobo. Que Dios nos coja confesados, que vamos a tener bién claro qué quería decir aquella expresión de "tener hambre y sed de justicia". No hay mejor exégesis que la del propio cuerpo. Aprovecha, ahora que aún está a tu alcance (no va a haber ni siempre ni para todos) poder consumir y disfrutar los ricos y variados cereales de la ya casi agónica agricultura ecológica (¿qué demonio querrá decir esa expresión?): Shibbolet, shibolet...




Distraigamos ahora a los que se creen muy listos -como solemos hacerlo habitualmente en este blog, aburriéndoles a la manera poética, para que, llevados por el imaginario egregor de los tiempos, regresen de nuevo al mal, que mola mucho más y -lo mejor de todo- ya lo llevamos todos bien, pero que bien dentro.

Poseídos también por esa suerte de fábula intemporal que arrastra a cuantos padecen el deseo de lo Eterno, quizá también los iniciados nos obcecamos en tratar de apresar entre los dedos un evanescente rayo de sol o malgastamos toda nuestra vida en pos de esa irisada mariposa de vuelo desigual y deslumbrante que nos fue obsequiada por el buen don Alejandro.




Primero iniciamos nuestra búsqueda casi sin pretenderlo en  el fresco y florido valle de la infancia, fascinados por los  alegre aleteo de esa escurrridiza y juguetona voladora incansable que nos desafía a capturarla. Luego, retados por su brillo iridescente y llevados por el ardor del espejismo juvenil, proseguimos la imposible caza y, sin temor ni ceder al desánimo, atravesamos cualquier árida llanura que nos salga al paso, sin preocuparnos por ortigas y zarzas. Más tarde, ya como adultos, entregamos el alma y voluptuosos la rendimos  a su amorosa seducción, toda vez que somos capaces de asumir la creciente pendiente y encaramos la cima de la montaña de nuestra existencia, contemplando como la brisa nos arrebata la presa una vez más, siempre huidiza y ligera como un perfume.

En constante persecución y guiados por su incesante revoloterar será como al final de nuestros cansados días y ya del otro lado llegaremos a descubrir con renovado asombro y la curiosa incredulidad del geógrafo que arriba tierras ignotas, aquel mágico recinto blanco amurallado con encantadores parterres cuajados de enbriagadoras flores perfumadas, un sin fin de plantas exóticas, un buen número de árboles variados atiborrados con las más jugosas y exquisitas frutas, y disfrutar como niños nuestro hallazgo, niños -eso sí- con las sienes despobladas y encanecidas.

Para luego y con exiguas fuerzas no hacer otra cosa más que tropezar, tropezar y volver a tropezar, los ojos casi enceguecidos, sin poder siquiera levantarnos del suelo, entregando nuestro último esfuerzo a tender nuestros debilitados brazos hacia la escurridiza y amada quimera voladora que ha guiado todos nuestros pasos, para apenas llegar a rozar levemente sus preciosas alas...



Únicamente tres amigos serán los que vendrán con nosotros en el postrer viaje: el primero queda en tierra (las frágiles huellas de nuestro legado espiritual) para dar el relevo, el segundo habrá de acompañarnos durante el póstumo tránsito (el anhero de ser o no-ser, según lo hayamos decidido en vida) y el tercero habrá de precedernos en el camino de regreso, testimoniando ante el tribunal que aguarda nuestra llegada (la verdad de nuestras obras).
 
Quiera Dios juzgarnos con misericordia y reconocernos suyos, para que podamos, Maat mediante, disolvernos al fin en Su eterno latido.
 
Quizá nuestro último suspiro también tenga la virtud de estremecer la densa atmósfera del camposanto que tenga a bien acoger nuestros maltrechos huesos, como premio de consolación a nuestra locura desmedida, como triste recompesa al desenfrenado anhelo de tratar de alcanzar un imposible ideal. Los infinitos dolores que creímos atravesar en el evanescente hechizo de nuestra existencia, en pos de ese sueño tan real como escurridizo, quizá no resulten del todo vanos, sobre todo en la medida en que seamos capaces de sentir en la yema de nuestros dedos aquel sutil e indescifrable roce.
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Un abrazo o tres, Keter. Sigo masticando las cosas que dejas por aquí. Sigo aprendiendo, descubriendo. Agradeciendo y últimamente pensando en el siguiente paso :)

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