viernes, 15 de abril de 2011

¡Comenzó la Vida Nueva!

“Tutti i miei pensier parlan d’Amore”
Durante Alighieri, Vita Nuova




La constatación de que la práctica espiritual (y la variedad de técnicas a ella asociadas) haya sido utilizada, desde los orígenes de la civilización y por los distintos grupos de poder, como una herramienta privilegiada de manipulación social e individual, cuyo “uso perverso” se cristaliza, adoptando la forma de religión institucionalizada (reforzadora de un establishment piramidal) en los distintos contextos geográficos y culturales, no justifica en modo alguno su absoluto rechazo, dado que caben en ella algunos usos más loables, como el de proporcionar a todos aquellos individuos psicológicamente “sanos” la experiencia de conexión con un Principio trascendente. Cuando es puntual, dicha experiencia resulta sumamente perturbadora, llegando a cuestionar aquella realidad-túnel (todas aquellas ideas y creencias que dan forma a nuestra particular visión del mundo) en la que el individuo había organizado los hitos más significativos, acumulados a lo largo de su periplo vital. Cuando dicha experiencia se consolida y se integra en el individuo de forma estable, puede decirse que éste (en él se) ha re-estructurado el modelo previo de realidad construida (o realidad-tunel), habiendo adquirido de forma gradual, distintos niveles de consciencia “expandida”, esto es, cuantitativa (más) y cualitativamente diferentes (trans-formadora, an-egoica…) de aquel del “estado ordinario” del que previamente partió.

La constatación de que la práctica terapéutica y socio-educativa, haya servido para crear sujetos dóciles y alienados, esto es, que compartan modelos de realidad que los hagan comportarse de manera previsible y acorde a los intereses de quienes ejercen el poder, no justifica en modo alguno su absoluto rechazo, ya que caben en ellas un empleo algo menos manipulativo, como el de favorecer el desarrollo integral de aquellas capacidades que mejor contribuyen a la creación de personas autónomas, capaces de pensar y actuar sin miedo, con libertad y responsabilidad, haciendo posible la convivencia sostenible entre los miembros de la especie y en equilibrio con el resto del ecosistema: individuos psicológicamente sanos.

Nadie debiera embarcarse en el desarrollo experiencial de una práctica espiritual, del tipo que sea, sin antes haber confrontado el “correcto estado” de su salud mental, esto es, tras haber resuelto (trabajado en sí) las distintas y complejas formas de neurosis que adopta el miedo en la sociedad actual. Cuántos problemas se evitarían, si ámbitos como el psicológico y el espiritual no estuviesen (¿intencionadamente?) confundidos.

Resulta imposible “entrar”, adentrarse verdaderamente en el ámbito de lo espiritual sin haber resuelto antes todas nuestras carencias emocionales. Cualquier ilusión de progreso espiritual realizado a instancias de un psiquismo enfermo (carencial) no tiene sino un valor compensatorio, propio de las distintas variantes que en el mundo no fueron, ni son y ni serán otra cosa que una forma, más o menos intelectualizada o agiornizada al taller new-age de moda, de masturbación mental. No hay psiquismo más alienado que aquel que compensa sus carencias sintiéndose “liberado” o “realizado”.



Esta “confusión” entre lo psíquico y lo espiritual, tan fácilmente realizable en el ámbito de lo etéreo, es la herramienta favorita de todo “INteresado/a Farsante Aparentando-ser Maestro/a Espiritual” (en adelante INFAME), que sin embargo –hay que reconocerlo- son unos verdaderos y consumados “Expertos” en el finísimo Arte del lavado de cerebros, el control mental y la manipulación sectaria (perversa) del anhelo espiritual de los abundantes ingenuos e incautos, incapaces de atisbar un anzuelo en el que las promesas de cielo acaban convertidas en el peor de los infiernos. Una de las formas más sofisticadas de la vocación de INFAME es aquella que se disfraza de “escepticismo radical”, tratando de instaurar en las mentes de sus devotos discípulos la creencia (nacida más de un pertinaz desembocar en las ciénagas del desengaño que del verdadero conocimiento) de que no existe nada que pueda ser llamado “desarrollo o crecimiento espiritual”, acompasado por el seductor (que no falso) sonido de los tambores del “pensamiento crítico” y entonando compulsivamente el mantra “ciencia ciencia ciencia, objetividad objetividad objetividad).

¿De verdad, alguien piensa todavía que la razón no puede llegar ser utilizada para manipular a las masas y “esconder” la verdad con fines particulares, persiguiendo desde los intereses más espurios a aquellos oscuros y perversos? ¿Acaso no se ha estado haciendo esto desde los albores de la humanidad? La eficacia de todo buen manipulador suele ir aparejada de un elevado nivel de capacidad racional y de una nada desdeñable destreza para “confundir” y “desvirtuar” los conceptos, pervertir el lenguaje y prostituir la poderosa magia de las palabras.

¿O acaso no es magia eso de conseguir identificar y confundir en el psiquismo colectivo términos tales como “conocimiento” con “información”, “iniciático” con “exótico”, “tantra” con “coito”, “espiritualidad” con “irracionalidad”, “tradición” con “revivalismo reaccionario” o, por no aburrir con más ejemplos, “laicidad” con “profanación”.


Peor suerte cabe a aquellos que en su día buscadores sinceros que, habiendo alcanzado niveles de desarrollo espiritual suficientes para ser reconocidos como maestros en la vía, se quedan atascados y acaban perdiendo su conexión con el guía interior (en adelante BLUF), deambulando hasta el fin de sus días por los límites de un Templo que ya no significa nada. Los BLUF, atrapados para siempre en el infierno de lo psíquico, pierden su habilidad para adentrarse en el ámbito de lo espiritual, retorciendo su inflado Ego hasta la extenuación, incapaces de evitar que la arrogancia y soberbia a que hacen gala por la vana acumulación de saberes, devore las partes más puras de lo que un día estuvieron llamados a ser.

Maestros del sarcasmo, la sombra de los BLUF se manifiesta como su aspecto psicológico más descontrolado, llenos de ira, desespero, apego al pasado. Acuciados por un intenso dolor y por un miedo angustioso que no se desvanece, focalizan su esfuerzo en la adquisición de poderes psíquicos que garantice mayores y mayores cuotas de poder. Poder que los BLUF no tienen, sino que más bien les ciega y les tiene ellos, y no les evita que, atrapados en el tortuoso y deslumbrante laberinto del éxito –iniciático o profano-, acaben consumidos por su propio Ego, perdiendo la última batalla para lograr su Liberación o Iluminación.

Una particular variante de los BLUF son los “pavos reales”, apelativo que se aplica a aquellos iniciados que han permitido que el Ego le consuma desde el principio del camino, sin lograr ningún avance real dentro de su sendero iniciático, no haber llegado a abandonar el territorio profano, cree a pies juntillas en la voz de su Ego y, llenos de un orgullo que les domina consideran que, toda vez que “ya han llegado a Keter”, su conciencia ha despertado y –al fin- se han liberado. Al “pavo real” le encontramos enfermo crónico de “magucitis”, parloteando sobre un sinfín de técnicas mágicas y habilidades que dice poseer, pero que nunca demuestra, debido a que sencillamente no las ha desarrollado. Aún así, asegura que las posee pero afirma que no las pone en circulación uno porque “una entidad superior” se lo ha prohibido o bajo cualquier otras absurda excusa.
También podemos toparnos con algún “arconte”, forma de BLUF que se haya un poco más avanzado que el “pavo real”. El “arconte” ha desarrollado algunas habilidades reales, frecuentemente relacionadas con los ámbitos del poder, la manipulación social o la extorsión mágica. Disfrazado entre los demás iniciados con el disfraz de “protector”, se trata en realidad de un “obstructor”, que no permite que otros árboles de prometedor desarrollo crezcan a su sombra. Invadido por la envidia y la soberbia, trata de impedir el crecimiento de otros, pues no logran tolerar que los aprendices les superen, para lo que se emplearán a fondo utilizando todo tipo de artimañas y ardides, todo tipo de calumnias o mentiras con tal de destruir su proceso y proteger su ilusorio logro.

Como el “perro del hortelano”, oculta a los demás las posibilidades de adquirir un conocimiento real, pues no desea que nadie avance más que el. Conforme con las “migajas” de la vía iniciática, llega un punto en la carrera del Arconte en que este no avanza más, pues cree que este trofeo le será suficiente para aguantar y sobrevivir.
Con el tiempo, el “arconte” es invadido por la pereza y deja su camino a medias. Muchos “arcontes” presentan también cierto grado de paranoia mágica, pero no en un sentido de ataques mágicos o algo similar, sino más bien enfocados en creer que el resto del mundo desea quitarles ”su tesoro” de logros con tanto esfuerzo obtenidos.

El más avanzado y valedero de los BLUF recibe el apodo de “dragón negro”. Aquel que un día fuera iniciado equilibrado y en alianza con su divinidad interna, fue incapaz de atravesar el abismo, paso obligado para los que aspiran a ser verdaderos iniciados. Al contrario de los demás BLUF, el “dragón negro” no se conforma con migajas ni se afana en la tarea de obstaculizar el camino de otros. Su objetivo prioritario es arrimarse a cualquier fuente de poder que pueda considerar importante, sea política, social o mágica y, sin perder el tiempo en intrigas sociales o alardeando, tratará de hacerse con la misma. Implacables con aquellos que se interpongan entre ellos y sus objetivos, los “dragones negros” no dudarán en desembarazarse de cuantos hermanos consideren un obstáculo, buscando la forma de eliminarles o sacarles inmediatamente fuera del camino.
La mayor parte de los BLUF presenta fuertes y frecuentes desbalances psicofísicos, una sintomatología típicamente esquizoide que adopta la forma de delirio de persecución, crisis de angustia, descontroladas reacciones de miedo extremo, ataque irracionales de ira. Una vez que la sombra toma el control de un BLUF, sólo el auxilio providencial del guía interior, o la oportunidad de una nueva vida, otorgará la proeza de lograr salir del abismo. Nadie dijo que la vía iniciática no fuera arriesgada.

Falsos maestros. Maestros malogrados, ya se trate de “pavos reales”, “arcontes” o “dragones negros”. En la búsqueda iniciática será inevitable coincidir con todo tipo de BLUF’s e INFAME’s. La permanente constatación de no haber encontrado, a lo largo de nuestra vida,  sino alijos –más o menos elaborados- de “oro falsificado” no debe llevarnos a colegir la inexistencia del “oro verdadero”, tan difícil de encontrar por tratarse de un bien tan codiciado como escaso. Pero ¿quién posee la llave que la “verdadera Verdad”? A fuer de no engañarnos, una vez más, habremos de reconocer que –en realidad- nadie. Pero esa constatación no debe desanimarnos.

Todas aquellas comunidades iniciáticas tradicionales, o lo que es lo mismo, serias, que hayan logrado evitar la inercia de convertirse en estructuras rígidas y totalitarias a que están abocadas todas las formas de organización humana, disponen del “entramado técnico” necesario y serán capaces de proporcionar el contexto apropiado para enriquecer la vida interior del buscador o buscadora sinceros, y de satisfacer, al mismo tiempo, su aspiración universal a lo Absoluto. Quien se acerque a ellas y realice una ejercitación perseverante, llegará a asumir un estilo de vida interior en el que se hayan implicados ciertos rituales y técnicas psicofísicas, individuales en unos casos, colectivas en otros, para que cuerpo y alma encarnen las verdades espirituales. Este objetivo no implica, en modo alguno, renunciar a las actividades propias de la vida exterior. El desapego interior, tal y como recoge el lema cisterciense “Ora et Labora”, puede combinarse a las mil maravillas con una intensa actividad mundana.

Podemos estar seguros de que estamos en una vía iniciática confiable siempre que su incursión en ella resulte tan “liberador”que tengamos la impresión de comenzar una vida nueva, esto es, nos permita llevar las riendas de nuestro mundo, en armonía y para el bien de todos. Que aprendamos a ser creadores conscientes de nuestra vida, nos ayude a encontrar nuestro lugar en el mundo y a participar en él conscientemente, realizándonos como personas y seres espirituales que estamos llamados a ser (o que quizá ya somos, aunque aún no hayamos caído en la cuenta). Si se trata de una vía veraz y auténtica, nos  habrá de proporcionar este equilibrio tan anhelado, de poder vivir desde un centro de paz interno, hagamos lo que hagamos y estemos donde estemos: “Incipit Vita Nuova”.
Tiempos convulsos. Ofertas a la carta, a precios muy competitivos, talleres de fin de semana en entornos “paradisiacos”, impactantes “experiencias psico-espirituales” de iluminación instantánea, a la medida de una demanda hambrienta de novedades, expectante: Neo-druidismo, neo-sufismo, neo-chamanismo, neo-templarismo, sincronización hemisférica, re-birthing de trapillo en SPA’s de lujo y demás zarandajas holotrópicas… Todo un mercado donde la agitación psíquica y la producción de “neurosis y traumas de laboratorio” se vende con el atractivo envoltorio de lo “espiritual” Desconfíe del brillo engañoso de los “agiornamientos”. Busque siempre lo Original, que no debe ser confundido con lo anacrónico, rechazando las imitaciones. Vía iniciática tradicional. Lo demás es otra cosa. Y no olvide el marchamo de calidad que garantiza la calidad del “producto”… una vez más, vale la pena insistir en ello y –regresando al corazón- tener la capacidad de re-cordarlo: “Incipit Vita Nuova”, “Incipit Vita Nuova”.



1 comentario:

  1. dios mío! ya ni siquiera sé si soy de los nuestros!

    de todos modos, me gusta este blog por muchas razones y...

    un saludo reconocido y mis respetos, keter, siempre es un placer leerte :))

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